La Nube

 En términos sencillos, cuando hablamos de “la nube”, se hace referencia al término anglosajón cloud computing, que apunta a la posibilidad de almacenar archivos en máquinas especializadas para estos fines ubicadas en algún lugar del mundo, que si bien no sabemos dónde están, podemos acceder a ellas a través de internet.

Tal vez el término pueda sonar desconocido o lejano para muchos, pero lo cierto es que hacemos uso de los servicios en la nube más de lo que pensamos. Gmail, Facebook o el correo electrónico, son plataformas que utilizamos a diario y a las que confiamos información sobre nuestro trabajo, fotografías personales o conversaciones con amigos, todas almacenadas en servidores externos para que podamos acceder a ellas a través de la web.

Por eso, la nube e internet son conceptos que vienen de la mano. Todo lo que normalmente estaría almacenado en el PC tradicional, expuesto a averíos o ser borrado por accidente, pasa a estar en la nube. Pero para poder acceder de manera satisfactoria a nuestra información localizada al otro lado del mundo se requiere de algo fundamental: instantaneidad, que es proporcionada por internet. Y ésta además debe complementarse con la posibilidad de tener acceso desde todos nuestros dispositivos.

Así es como los últimos años han sido tierra fértil para la proliferación de esta nueva forma de entender el almacenamiento de archivos y la distribución de contenido multimedia en general. Así lo señala el académico de la Escuela de Ingeniería Informática, Wenceslao Palma, mencionando que esto tiene que ver directamente con un avance tecnológico. “Los dispositivos móviles ahora están al alcance de todas las personas, y también coincide con que hay buenos servicios de internet, está la infraestructura física y se han reducido los costos de almacenamiento”, menciona.



Generalmente los problemas de seguridad parten por problemas de usuarios, y éstos surgen por escoger una clave que pueda ser muy débil. Es necesario evitar el uso de fechas de cumpleaños, el número de la casa, del teléfono, la patente del auto o el nombre del perro. En definitiva, cualquier cosa que una persona extraña pueda recoger para empezar a hacer pruebas con combinaciones de claves.

“La idea es que ésta sea lo menos predecible y obvia”, dice el profesor Palma, recomendando además nunca dejar las claves guardadas en el navegador, por más cómoda que esta práctica pueda resultar en el uso diario.

Y si bien tener nuestra información en internet puede tener ciertos riesgos, también tiene sus ventajas. Existen muchos casos de víctimas de robos de teléfonos celulares quienes han podido recuperarlos gracias a que el equipo carga a la nube todas las fotografías que toma. Además, esta tecnología permite que las pequeñas y medianas empresas no necesiten comprar toda la infraestructura que requeriría almacenar los datos de forma física.

Hoy por hoy, lo más recomendable desde la perspectiva del profesor Wenceslao Palma es la convivencia entre los soportes físicos y los digitales. Es decir, siempre contar con respaldos en un disco duro físico que no sea la nube, y que por supuesto esté lejos de la ubicación de los servidores.



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